Volvo es y seguirá siendo una marca europea, con ingeniería y diseño suecos, y producción más o menos globalizada y deslocalizada, aunque, por el momento mucho menos que otras.
Lamentablemente, y al igual que otras, no ha logrado sobrevivir por sí misma en un mercado global, hipercompetitivo, y marcado por las economías de escala, lo que provocó la pasada, y fracasada, absorción por Ford, que no hizo otra cosa que convertirla en una marca subsidiaria, obligada a subsistir con plataformas y motores prestados de la casa matriz, etiquetadas con otra marca y otro envoltorio. No veo que “ética industrial” puede haber en eso más allá de la de intentar dar gato por liebre a los clientes, más o menos incautos, aunque es algo muy habitual en todos los grupos empresariales que utilizan estas prácticas y que son casi todos los grandes. Ética e industrial no son términos que combinen bien.
En el caso presente, con “los chinos”, no ha existido ninguna absorción por un grupo mayor, sino un proyecto audaz y ambicioso, liderado en origen por el gestor de un grupo chino, ni mucho menos gigante que ha hecho una importantísima inversión (más de 10 veces superior al coste de adquisición pactado) para dotar a la marca de recursos propios y renovados (plataformas, motores, fábricas y equipamiento industrial, I+D+I...). Estos recursos han salido del mercado, que ha creído en el proyecto, en forma de financiación y recursos ajenos de muy diverso origen, porque el capital no tiene patria. Es una información que está al alcance de cualquiera que la busque.
El resultado, con los modelos actuales, podrá gustar o no, pero es innegable que no ha convertido a Volvo, como sucedió en la etapa anterior, en una marca subsidiaria de ninguna otra, ni dependiente de plataformas, ingeniería o motores prestados. Por el contrario, la apuesta empresarial pretende situar a la marca en el nicho de calidad y prestigio que por tradición le corresponde, actualizando la gama sin renunciar a sus señas de identidad, y revalidar dicha posición en la práctica, lo que no será fácil, ni lo ha sido nunca.
Ese es el proyecto, tras el que hay muchos implicados, inversiones, aportaciones financieras e intereses en juego, no es cuestión de lo que piense o pretenda “un chino”, es un proyecto empresarial ambicioso, el objetivo es la rentabilidad y el reto es alcanzar y defender una posicíón sólida y significada (confort, seguridad, innovación...) en el llamado segmento premium, no en el de productos de todo a cien, que también existe y es muy respetable, pero no tiene con esto nada que ver, al igual que estas derivaciones con el tema del hilo