En Portugal, gran desconocido en muchas zonas de España, vale la pena cualquier sitio al que vayáis, ninguno decepcionará.
Si nos centramos en el norte fronterizo, destacaria las zonas y poblaciones ribereñas de los ríos Miño (Minho) y Limia (Lima).
En el Miño, de este a oeste, las villas medievales de Melgaço y Monçao, siguiendo con las localidades de Valença, Vilanova de Cerveira y Caminha, esta última ya muy cerca de la desembocadura. Todas ellas fronterizas, preciosas y pródigas en tiendas y restaurantes BBB.
Desde Monçao, hacia el río Lima, se configura un vértice mágico, serpenteando quintas, muchas de las cuales ofrecen posada y fonda (turismo de habitação) y viñedos, en el que merecen especial mención las poblaciones de Arcos de Valdevez y Ponte da barca. Más al norte y al este, aunque muy próximo, el portugal profundo y más imperturbable y auténtico de Castro Laboreiro y la Sierra del Gerés con la Pousada de Sao Bento como refugio.
Continuando hacia el océano, la serena, coqueta y ribereña Ponte de Lima da lugar, ya en la desembocadura de este último a la espléndida e indispensable Viana (havemos de ir a Viana, ó meu amor de algum dia...)
En el Centro, además de Sintra, cuya sierra es toda ella un tesoro y está llena de quintas, palacios y lugares maravillosos donde comer y alojarse, aunque los precios aquí no son baratos (para alojamiento y desayuno, combinando autenticidad y precios razonables, recomendaría Pensão Sintra) tienes toda la zona costera entre Cabo Roca y Cabo Raso, agreste, salvaje, acantilada y ventosa y, entre este último y el “cachopo norte” que marca la entrada a la desembocadura del Tajo(Texo), se va configurando una costa más abrigada, playera y amable, con Estoril, Cascais y Carcavelos, sin descartar parajes acantilados y singulares como la “boca do inferno”.
Obviamente, remontando el río, Lisboa, de la que nada hay que descubrir y que justifica el viaje por sí sola sobradamente. Si queremos conocer algo más, sin cruzar el río y hacia el este, indispensable la visita a Évora, tan bella como monumental e histórica y añadiría la menor en tamaño, pero no menos bella, vila de Estremoz, donde se encuentra una de las Pousadas más fascinantes de Portugal, a da Rainha Santa Isabel. Merece mucho la pena la visita y al menos una pernoctación, aunque nos descoloque un poco el presupuesto, pero vale lo que cuesta con creces (triunfo garantizado con SE).
Cruzando el Texo, la pintoresca localidad marinera de Sesimbra, en Cabo Espichel y el paraje natural del estuario del río Sado, con grandes alicientes paisajísticos y grastronómicos, son visitas obligadas que tampoco decepcionarán.