Un amigo mío, a la sazón constructor, con una empresa boyante y un garaje bien nutrido, que solía alternar un BMW serie 5 con un serie 7 de muchos cilindros, apareció un día con un pequeño clase A, que se convirtió en omnipresente. Cuando le preguntaba por el coche decía “es un sucedáneo de Mercedes, hay que asumirlo, pero me resulta muy práctico y el concepto y el coche me gustan...”
Es posible que con el XC40 Volvo haya rebajado también un peldaño (o dos, dice petrolo) el nivel de exigencia. También tengo esa impresión, sin más fundamento que la prueba de un D4 auto, que me gustó, y un vistazo general a un premium edition, que me gustó bastante menos y cuyo planteamiento no entendí, con carencias incomprensibles como la falta de ajustes básicos en el asiento del copiloto (y otras que se han citado aquí) conviviendo en el mismo paquete junto a gadgets a mi entender superfluos como la cámara trasera y el portón eléctrico...
Sin embargo, el coche es práctico, con un interior amplio y un buen maletero para su tamaño, mucho más sin duda, de lo que ofrece un V40. Tiene un diseño actual, atractivo, desenfadado y que se sale de lo común, y el planteamiento general, incluido el nivel de exigencia en estos segmentos de entrada, no se diferencia mucho de lo que ofrecen las marcas del triunvirato alemán y la respuesta (exitosa) del mercado parece corroborarlo.
En lo que se refiere a las marcas, ignorando lo de premium, que no es más que un recurso de marketing sin contenido, Volvo es una de las que se ha ganado un prestigio y un lugar destacado, por sus aportaciones y resultados, en aspectos tan importantes como la seguridad, a lo que podríamos añadir otros menos tangibles como las peculiaridades del diseño nórdico y eso es algo que comparte toda su gama, aún sin destacar tanto como otras marcas punteras en aspectos como avances tecnológicos y mucho menos en otros como glamour, lujo y exclusividad.
Volvo sigue siendo una marca pequeña que, al igual que su homóloga Saab, ha aportado mucho para su tamaño. Afortunadamente ha logrado sobrevivir, aunque integrada en un grupo mayor, como en épocas pretéritas con Ford (y Saab con GM), algo inevitable en los tiempos que corren, donde las economías de escala mandan. A diferencia de esas etapas anteriores, donde Volvo y Saab eran marcas subsidiarias a las que exprimir, con muy escaso margen de actuación e innovación, en la etapa actual Volvo es el buque insignia de un grupo emergente, al que ha de prestigiar mientras construye y modula el resto de su oferta. La marca ha contado con grandes inversiones y margen de actuación para diseñar y lanzar una gama completamente nueva, y creo que los responsables lo han resuelto con bastante acierto, conjugando la inevitable puesta al día con la preservación del patrimonio y señas de identidad de la marca, en especial la apuesta por la seguridad.